lunes, 14 de abril de 2025

86. Dejar que te atraviese

Escucho un podcast siempre que corro, lo prefiero a escuchar música, porque como últimamente mis pensamientos están siendo bastante intrusivos, prefiero tenerlos esperando mientras yo me concentro escuchando conversaciones interesantes. Ciertamente me a hecho mucho bien eso, encontré un podcast: La Magia del Caos se llama, y la verdad que es un bonito resumen para mi vida los últimos dos años, en fin, hoy mientras corría mis 13k, escuchaba que hablaban sobre el niño interior y la idea equivocada que tenemos todos; mucha televisión diría por ahí, mucha ignorancia y facilismo diría yo. Pues ahora que estoy atravesando por mis procesos personales, me he dado cuenta cuantas heridas de infancia tengo sin resolver y cuanto tiempo he estado poniéndole curitas o echándole agüita para limpiarlas, pero nunca me había dado el tiempo de sentarme a ver: cuando, como y quién me las hizo. No crean que en un estado de profunda madurez, he decidido analizar mis heridas y curármelas, pues no; me paso tal cual lo dijeron en ese podcast: la emoción es un repartidor que esta tocando la puerta para entregarte el paquete y que tu recibas, le firmes y el se pueda ir en paz; pero este repartidor tiene que entregar el paquete y sino le abres, te va a tumbar la puerta y de te va obligar a recibirlo, y así me a tocado a mi desde  hace poco más de un año, las emociones me encontraron escondida detrás del sillón y vinieron todas juntas. Pasa que cuando fuimos pequeños, nos enseñaron cosas duras – ojo aquí, no es un juicio para nuestros cuidadores, ellos enseñaban desde el lugar que les enseñaron a ellos y ese lugar en muchas de las ocasiones fue un lugar de dolor y evitamiento- nos enseñaban a no sentir, por ejemplo; no se podía llorar, solo las niñas lloran o el famoso llorar es de cobardes, nunca dejes que nadie te vea llorar ¿de que lloras, te voy a dar razones para llorar de verdad? Casi siempre las emociones que no nos dejaban transitar eran las de pena, dolor; eran incomodas para los cuidadore, no sabían como consolar, porque nunca fueron consolados, entonces era mejor evitarlas, esconderlas, callarlas y eso hicimos. Yo era super llorona de pequeña y se reían mucho de mí, seguro que ya va a llorar, no le digas nada porque de todo llora, ya seguro esta llorando, no juguemos con ella porque va a llorar; y cosas así, entonces como nadie quería estar conmigo cuando lloraba y no me gustaba estar sola, deje de llorar, entonces ahora en lugar de darme todo ganas de llorar, ahora todo me daba colera y vivía renegando ¡ay ese genio tuyo, de todo te enojas! Era muy difícil tenerlos contentos, pero al menos con estar enojada nadie se alejaba de mí, así que con esa me quede y transite en enojo muchos años. El año pasado, no por una decisión voluntaria, el dolor me atravesó y no como una ráfaga de vientito que pasa suavemente, sino como un huracán que destruye todo a su paso y así fue, me ha atravesado tan fuertemente el dolor, por todos estos años que lo tuve esperándome en la puerta, que es extraño que aun después de 11 años me doy cuenta que sigo triste por la muerte de mi abuela, que me destroza el alma vivir en esta casa que fue de ella y estar sola sin ella y muchos otros dolores que nunca pude decir pero que en este revolcón que me dio la emoción se han destapado, se destapó la olla y todo salió volando, esparciéndose por todas partes, sin control y sin piedad. Es gracioso, porque yo siempre fui la valiente, la que no lloraba, la que pasaba lo que pasara estaba para consolar a todos, siempre atenta y centrada preocupada de que todos estén bien, yo con un par de lágrimas todo bien, no hay que llorar mucho, a la gente no le gusta, pensaba; pues que paso que ahora que no puedo ser la valiente y soy la que llora mucho, no tengo quien me consuele, no estoy acostumbrada a ser consolada, ni a pedir consuelo, que difícil, cuando la gente esta acostumbrada a verte de una forma y de repente un día tienes que soltar lo que te ahoga para poder respirar en paz y ser finalmente tú, duele un montón.

 Bueno a lo que voy, me pareció hermoso lo que escuche hoy, deja que la emoción te atraviese, no han enseñado a prohibirnos sentir, que eso esta mal, que no debemos dejar que eso pase ¡no sientas! Escóndelo, ocúltalo, entiérralo, pero ¡es tan doloroso! Tarde o temprano, eso que sentimos sale, y nos atraviesa como un puñal en el corazón, es mejor dejar que la emoción pasar en su tiempo y momento para que sea una brisa que tal ves nos mueva un poco de nuestro lugar, pero que nos de espacio para mantenernos de pie, mientras más tiempo la evitemos, más fuerza va tomando y más doloroso va a ser el proceso para nosotros,  olvídense de eso que es malo llorar o enojarse, nadie puede vivir siempre feliz, siempre sonriendo, déjense sentir, para poder tener paz.


No hay comentarios:

Publicar un comentario