86. Dejar que te atraviese
Escucho un podcast
siempre que corro, lo prefiero a escuchar música, porque como últimamente mis
pensamientos están siendo bastante intrusivos, prefiero tenerlos esperando
mientras yo me concentro escuchando conversaciones interesantes. Ciertamente me
a hecho mucho bien eso, encontré un podcast: La Magia del Caos se llama, y la
verdad que es un bonito resumen para mi vida los últimos dos años, en fin, hoy
mientras corría mis 13k, escuchaba que hablaban sobre el niño interior y la
idea equivocada que tenemos todos; mucha televisión diría por ahí, mucha
ignorancia y facilismo diría yo. Pues ahora que estoy atravesando por mis procesos
personales, me he dado cuenta cuantas heridas de infancia tengo sin resolver y
cuanto tiempo he estado poniéndole curitas o echándole agüita para limpiarlas,
pero nunca me había dado el tiempo de sentarme a ver: cuando, como y quién me
las hizo. No crean que en un estado de profunda madurez, he decidido analizar
mis heridas y curármelas, pues no; me paso tal cual lo dijeron en ese podcast:
la emoción es un repartidor que esta tocando la puerta para entregarte el paquete
y que tu recibas, le firmes y el se pueda ir en paz; pero este repartidor tiene
que entregar el paquete y sino le abres, te va a tumbar la puerta y de te va
obligar a recibirlo, y así me a tocado a mi desde hace poco más de un año, las emociones me
encontraron escondida detrás del sillón y vinieron todas juntas. Pasa que
cuando fuimos pequeños, nos enseñaron cosas duras – ojo aquí, no es un juicio
para nuestros cuidadores, ellos enseñaban desde el lugar que les enseñaron a
ellos y ese lugar en muchas de las ocasiones fue un lugar de dolor y
evitamiento- nos enseñaban a no sentir, por ejemplo; no se podía llorar, solo
las niñas lloran o el famoso llorar es de cobardes, nunca dejes que nadie te
vea llorar ¿de que lloras, te voy a dar razones para llorar de verdad? Casi
siempre las emociones que no nos dejaban transitar eran las de pena, dolor;
eran incomodas para los cuidadore, no sabían como consolar, porque nunca fueron
consolados, entonces era mejor evitarlas, esconderlas, callarlas y eso hicimos.
Yo era super llorona de pequeña y se reían mucho de mí, seguro que ya va a
llorar, no le digas nada porque de todo llora, ya seguro esta llorando, no
juguemos con ella porque va a llorar; y cosas así, entonces como nadie quería
estar conmigo cuando lloraba y no me gustaba estar sola, deje de llorar,
entonces ahora en lugar de darme todo ganas de llorar, ahora todo me daba
colera y vivía renegando ¡ay ese genio tuyo, de todo te enojas! Era muy difícil
tenerlos contentos, pero al menos con estar enojada nadie se alejaba de mí, así
que con esa me quede y transite en enojo muchos años. El año pasado, no por una
decisión voluntaria, el dolor me atravesó y no como una ráfaga de vientito que
pasa suavemente, sino como un huracán que destruye todo a su paso y así fue, me
ha atravesado tan fuertemente el dolor, por todos estos años que lo tuve esperándome
en la puerta, que es extraño que aun después de 11 años me doy cuenta que sigo
triste por la muerte de mi abuela, que me destroza el alma vivir en esta casa
que fue de ella y estar sola sin ella y muchos otros dolores que nunca pude
decir pero que en este revolcón que me dio la emoción se han destapado, se destapó
la olla y todo salió volando, esparciéndose por todas partes, sin control y sin
piedad. Es gracioso, porque yo siempre fui la valiente, la que no lloraba, la
que pasaba lo que pasara estaba para consolar a todos, siempre atenta y
centrada preocupada de que todos estén bien, yo con un par de lágrimas todo
bien, no hay que llorar mucho, a la gente no le gusta, pensaba; pues que paso
que ahora que no puedo ser la valiente y soy la que llora mucho, no tengo quien
me consuele, no estoy acostumbrada a ser consolada, ni a pedir consuelo, que difícil,
cuando la gente esta acostumbrada a verte de una forma y de repente un día
tienes que soltar lo que te ahoga para poder respirar en paz y ser finalmente tú,
duele un montón.
Bueno a lo que voy, me pareció hermoso lo que escuche hoy, deja que la emoción te atraviese, no han enseñado a prohibirnos sentir, que eso esta mal, que no debemos dejar que eso pase ¡no sientas! Escóndelo, ocúltalo, entiérralo, pero ¡es tan doloroso! Tarde o temprano, eso que sentimos sale, y nos atraviesa como un puñal en el corazón, es mejor dejar que la emoción pasar en su tiempo y momento para que sea una brisa que tal ves nos mueva un poco de nuestro lugar, pero que nos de espacio para mantenernos de pie, mientras más tiempo la evitemos, más fuerza va tomando y más doloroso va a ser el proceso para nosotros, olvídense de eso que es malo llorar o enojarse, nadie puede vivir siempre feliz, siempre sonriendo, déjense sentir, para poder tener paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario