88. Pena y Compasión
Esos conceptos se han estado dando vueltas en mi cabeza estos días y todo esta directamente relacionado a cómo te ven las personas y como manifiestan su presencia contigo. No sé si sea orgullo o un mecanismo más de defensa, pero no me gusta en absoluto que las personas sientan pena de mi: ¡ay pobrecita! ¡ay que pena!; no, por favor, eso me destruye, es gran parte de la forma en la que fui criada, que nadie tenga nunca pena de ti, tu siempre macha, valiente y nada te duele, tu para adelante siempre; entonces cuando algo me pasaba, no había espacio para dejarme ser consolada, era siempre hacer como que nada paso, pararme, sacudirme el polvo, hacer un chiste sobre lo que paso y seguir como si nada. A mis casi 40 años nunca me deje consolar, ni cuando pase por perdidas extremadamente dolorosas para mí, esa idea de siempre valiente, siempre macha, estuvo insertada en mi cabeza hasta hace poco, la verdad. Ahora que finalmente me dejé – no es cierto, me dieron un revolcón a la mala- atravesar por las emociones que por muchos años apagué o escondí, como el dolor, el sufrimiento, la tristeza pues; me he sentido sumamente temerosa, la verdad, porque no quiero que las personas se acerquen a mi para tenerme pena. Y aquí vamos a hacer un paréntesis importante, todos tenemos un familiar, cercano o lejano que va por el mundo viviendo y amando tener pena, es ese tío o esa tía que va y le dice a tu mamá: Ay, me pagan tan poquito en mi trabajo que no puedo comprarle eso a mí hijita – para que tu mamá salga corriendo a comprárselo- o esa tía que dice ¡ay me duele todo, no tengo a nadie que me lleve ni un pan a la casa! – lo que hace que todos estén en su casa el fin de semana para almorzar y que esta ponga cara de pocos amigos cuando lleguen- tampoco falta el amigo que va a decir que todo le va mal en la vida y que no tiene nada – para que tu papá le preste un dinero que nunca le va a pagar- yo detesto esa gente, por eso es que a estas alturas de mi vida, como dice mi mejor amiga, me he comido mi mierda sola, no me gusta contar mis desventuras, porque no quiero que la gente me tenga pena y me las he comido sola por muchísimos años, había construido una pared tan grande que finalmente me di cuenta que estaba sola detrás de ella y que era imposible que alguien la pudiera atravesar, y aquí sola en esta fortaleza me revolcó con la fuerza de mil huracanes la tristeza y no tuve nadie a quien acudir; con la poca fuerza que tuve, saque los pocos ladrillos que habían por la puerta donde estaba mi mejor amiga, mi hermana pues y ella pudo atravesarla y sentí por primera vez en la vida que alguien se compadecía de mí, y fue muy hermoso. Aquí me voy a detener porque nunca les dije cual era la diferencia entre ambas, resulta que cuando alguien te tiene pena, te mira desde arriba, te mira desde lejos, no reconoce tu fuerza, solo se enfoca en tu dolor, es distancia disfrazada de sensibilidad; mientras que la compasión es una mirada horizontal, es activa, esta junto a ti y te ve como una persona que sufre, se queda te escucha, te acompaña sin invadir y lo más importante reconoce tu fuerza aun en tu sufrimiento. Me gusto mucho ¿saben? Siempre pensé que eran lo mismo, en palabras claro, porque pocas personas usan esa palabra, todos tienen penita, pero nadie te compadece, aunque también suena mal, pero porque nos han enseñado que es lo mismo que pena y ahora que estoy sintiendo que esta compasión viene tan acompañada de empatía y de amor, me siento tan abraza, tan cobijada. Recuerdo que el hada madrina le dijo a Cenicienta que la iba a hacer una mujer bondadosa y compasiva, y a mi eso se que quedo grabada en el cerebro, dije yo: para que una princesa quiere ser compasiva, que don tan pavo el que le dio el hada, y ahora que lo estoy sintiendo, es un don tan hermoso, que lamentablemente no todos tenemos, entender el dolor de los demás, apoyar y no juzgar, no alejarse ni ver con superioridad lo que le pasa a los demás, es una belleza, y yo tengo la bendición de tener personas compasivas a mi lado y en este momento, es un don que agradezco tanto, sentirme tan cuidada, amaba y valorada en momentos de dolor, es un privilegio que no tenemos todos.
A lo que voy, ser compasivo no es pedirles que tengan un brazo más o que les crezca una oreja más, es creo yo, uno de los dones más sencillos de cultivar, se tiene sobre todo que tener clarito donde tenemos el interruptor del EGO, para poder apagarlo y poder empatizar con el sufriente y abrazar a este ser humano con virtudes y errores que la está pasando mal, imagínense un mundo donde la gente no solo tenga pena, así de lejos sin mover un dedo y alejándose de las personas que la pasan mal, sino que sean compasivos con el dolor del otro y estén ahí, en silencio, sin hacer nada, pero ahí, cuanto bienestar podríamos darle a esa persona que esta atravesando por ese dolor, piénsalo, no es tan difícil, apaga tu ego, y ve a ese sufriente como una persona entera, que se doblo por un ratito, no se rompió, solo se esta reconstruyendo, así míralos y vas a ver lo mucho que los puedes ayudar.