74.- CORRE FOREST CORRE…
Hace unos años me fui a vivir por primera vez sola, pero sola solita, en una ciudad donde no tenía un familiar donde ir corriendo si es que se me quemaba la ducha, o una tía donde ir a gorrear comida cuando se te acabo la plata, o un primo que llamar cuando se te rompe la llave para entrar a la casa, me fui sola solita a una ciudad a la que había ido un par de veces, pero siempre acompañada de alguien. Los primeros días disfrute como loca esta nueva vida, por primera vez en mi vida, solo tenía que preocuparme por mí, desde despertarme a dormirme, la única prioridad en mi vida era, después de 29 años: YO. Y uno piensa, ufff que lindo tengo todo el tiempo del mundo para mí, pero había estado dedicada tanto tiempo a otros que no me conocía nada, rapidito nomas me di cuenta que no sabía nada de mí, no encontraba qué hacer con mi tiempo cuando terminaban mis ocupaciones, encerrada en ese cuarto de 4x4, mirando el techo, analizaba las mejores 3 formas de llamar a casa y decir que me iba a regresar porque no iban bien las cosas. Digamos que la situación económica no era la mejor, pero nunca llego a la peor, al menos en el primer año, tenía lo suficiente para comer todos los días, moverme a donde tenía que llegar y una vez a la semana comerme algo rico y nada más. En mi completa ociosidad me volví la más eficaz y resolvía las tareas que eran para todo el día en solo horas y tenía más de medio día para seguirlo compartiendo con la insoportable de mí. Me sentaba en el piso a pensar como antes tenía tantas personas con las que hablar y ahora pasaban días sin intercambiar una palabra con una persona. Antes de que termine la primera semana, empecé a sentir una presión en el centro del pecho, como si el universo me hubiera metido un puñete, me faltaba un poco el aire y sentía que las paredes de mi cuarto, en el que podía pasar 48 horas sin salir, se venían sobre mí. Antes de caer en la locura decidí ponerme ropa deportiva y salir a explorar la zona. Era un barrio tan bonito, habían tantos árboles, tanto verde, hermoso y residencial lleno de gente que me miraba por las enormes ventanas, con cara de que sabían que yo no era de ahí. Huyendo de las miradas de juzgamiento, me topé con unas personas que iban corriendo, haciendo footing creo que se dice, por un caminito alegre, no tenía luz de luna o de sol, pero se veía amigable, así que decidí caminar por ahí, llegue al fin a un enorme circuito deportivo donde muchas personas corrían, hacían ejercicio, otras con equipos de música hacían rutinas aeróbicas, camine entre ellos y no lo podía creer, ninguno me miro con cara de superioridad o asquito, como algunos de mis vecinos o hasta el vigilante de la cuadra. Me puse a correr detrás de unos tipos que iban empilados con audífonos y relojes en los que miraban su tiempo, yo me sentía la muy deportista: por favor, yo vengo de 4000metros sobre el nivel del mar, aquí a 0.0msnm voy a ser una gacela. En 3 minutos había perdido a los tipos y a mí me estaban temblando las piernas, tome aire y decidí que aunque me costara la vida iba a terminar ese circuito, el que no tenía ni idea cuanto tenía de distancia. Empecé a correr y paso a paso me fui soltando de todo, me concentraba por momentos en mi respiración, otros en mis pasos, los más bonitos en los pajaritos que estaban en los árboles, los más álgidos contaba las veces en la que los tipos del inicio, me pasaban, no tuve ni idea de cuánto tiempo hice pero llegue al final del circuito que había sido en el mismo lugar en el que empecé, me tumbe en el pasto, casi sin aliento y me sentí tan feliz, hacía días que no sentía esa paz en mi, tuve el chance de resetear mi cerebro por unos minutos y pensar únicamente en NADA, abracé tanto esa emoción que decidí volver ese día y luego el día siguiente y el día que vino después también. Pero no crean, el performance fue mejorando, ya llevaba zapatillas para trote, mis audífonos, mi botellita de agua en mi canguro, mi celular con música chévere y mi gorrito, porque la insolación del primer día todavía me duele.
Era tan liberador, que
nunca me vi despertando temprano para salir a correr, pero cuando no lo hacía
sentía que el día no había marchado bien. Hace ya 9 años que empecé con ese
gustito y estos últimos meses lo he retomado con fuerza, inicialmente porque
gracias a la pandemia tenia, aproximadamente 200kilos de más y cero soles en la
cuenta, así que no encontré mejor forma de ejercitarme, pero este 2022 me ha
exigido retomar mi gustito culposo. Recuerdo que en mis mejores épocas en el
país de las maravillas, donde hay ese circuito hermoso para correr, lo mejor
que pude hacer fueron 7kilometros, y esto era cuando sentía que la presión en
mi vida me iba a tumbar, se me caía el pelo a mechones, comía y a los segundos
quería vomitar, no podía dormir, y me despertaba llorando a media noche, revisaba
las cuentas todos los días para saber si llegaba o no, si no fuera por que
salía a correr hubiera perdido la razón y antes de hacerlo decidí que era
tiempo de volver. Aquí en mi casita de nuevo, más en paz con el universo y con
mis espíritus, el universo me regalo un circuito para correr, la octava parte
de lo bonito que era el otro: no hay árboles, no hay pajaritos ni tampoco
muchas personas que lo usen para correr y no como parqueo; pero llego caminando
y nadie me jode, así que no puedo pedir más. Les decía que volví a correr hace
unos meses, pero desde que arrancó este año y el estrés y las paredes y la
presión en el pecho volvieron me he mandado con fuerza a correr, ahora solo me
pongo los audífonos y corro, procuro hacer un número determinado de vueltas,
pero me jalan tanto mis pensamientos que me descuido en la cuenta y a la mitad
ya no se en que voy, la verdad es que solo me dejo llevar, mi mente siempre en
cosas bonitas cuando corro, así que la estoy pasando tan bien que no me
interesa mucho parar, ya cuando las rodillas se empiezan a doblar solitas, sé
que ha llegado el momento, 10.50km fue el viernes y así como va el año y la
vida, creo que este año como mínimo termino en 15km. Amo correr, escucharme a mí
y darme a tiempo a mí a pasar todo en limpio y solo concentrarme como tengo la
bendición de que ingresa el aire en mis pulmones y mis musculosa obedecen lo
que les pido, amo la hora que tengo para escuchar a mis células, amo el tiempo
que me doy para dejarme ir, amo el tiempo que me dedico a amarme. Tal ves por eso Forres un día empezó a correr y no paró más, tal ves solo quería tener la mente en limpio y escuchar lo que dentro de él le decían.