martes, 5 de marzo de 2024

 Pictoline - Pequeño diccionario de machismos cotidianos 📘😑 La palabra de  hoy es: "mansplaining" 🙅‍♀️ | Facebook

79.- EL DIFÍCIL DEPORTE DE SER MUJER

Siendo profundamente sincera nunca me había pesado tanto o se me había hecho tan claro esto cuando fui pequeña, en la universidad un poco y en el medio laboral terriblemente. De hecho cuando ingrese a la universidad, después de haber vivido en mi burbuja hermosa, del colegio de chicas en el que podíamos vestirnos y hablar como quisiéramos sin que nadie nos mire de manera morbosa; caí en cuenta de muchas cosas, nunca me gusto vestirme con ropa apretada ni peinarme bonito, porque me daba mucho miedo que me miren los hombres o que me pasaran mano en la calle – y a pesar de no hacerlo, un hombre una vez en la combi, estando yo con mi uniforme escolar, me agarro las piernas; y otro me agarro el trasero, pero esos son otros traumas- decidí vestirme siempre con chompas largas, ropa suelta, me daba un miedo que alguien me toque o que me pudiera pasar algo, ya saben había crecido escuchando eso de que ES TU CULPA POR ESTARLOS PROVOCANDO o el BIEN ECHO, QUIEN LA MANDO A ESTAR CON ESAS MINIFALDA A ESAS HORAS DE LA NOCHE, entonces moría de miedo de que me violen o me toquen, Dios santo, recuerdo claramente como una monjita del colegio nos dijo que si un día nos veíamos ya perdidas y que nos iban a atacar sexualmente era mejor que nos matemos, que Diosito nos iba a perdonar, entenderán entonces el miedo con el que vivía, porque yo quería vivir, entonces chompa cuello alto y muy larga para que no se me vea el cuerpo, porque no vaya a ser que provoque a un enfermo y este se sienta con el permiso de poderme tocar.  Siempre he sido una afortunada, me he cruzado con las personas más chéveres en los mejores – o peores depende de como lo piense- momentos de mi vida, pues mis amigas de la U me empoderaron un poquito y me hicieron darme cuenta que efectivamente, yo no provocaba a nadie con  lo que me ponía, yo podía ponerme lo que me de la gana y nadie tenía derecho de tocarme, ahora eso lo tenia claro yo, como hacíamos para que los hombres se enteren de eso también. Con eso también fue soltando un poco el miedo a los hombres con el que había crecido, gracias a todas las advertencias que nos daban las monjitas y demás cosas de mi cerebro. Poco a poco fui soltándome un poco y entrando en confianza en este nuevo mundo estudiantil y más me tarde en soltarme que en darme cuenta el mundo en el que vivía, si yo era amigable con una chica, chévere, armábamos mancha, si yo era amigable con un chico, este intentaba tener algo conmigo, entonces no lo era claramente; por lo que me volví en la machirula, la causa, la brother, la chusca, porque cuando no te dejas coquetear por ellos o no les aceptas el gileo, algo mal esta contigo y sino eres lesbiana, estas bien cerquita a eso. Bueno pues así transcurrí mi vida universitaria, intentando olvidarme de uno de los episodios de acoso más horribles que viví en mi vida.

Llegue a mi vida laboral con la mejor de las ondas, pensando que el mundo estaba cambiando y que el machismo no podía ser tan jodido como en las empresas del estado, donde las mujeres solo son las asistentes o las secretarias del jefe -sí, me lo hicieron, por eso no duré mucho- pensando tontamente que en el medio privado sería todo diferente, porque las amiguitas de los jefes de las oficinas estatales, esas que tienen la secundaria terminada, pueden tener tu puesto con maestría, colegiatura al día y el doctorado en proceso; pensé que sería diferente, vamos todas a una voz ¡que sonsa! Recuerdo el día que mi jefe entró a mi oficina a preguntarme por qué si estoy tan cerca de los 40 no me caso, que tengo de malo, que tanto pido, ¿por qué no te quieres casar? La oficina la compartía con un hombre de la misma edad que yo y claro que la pregunta era a mi solamente, y cuando fui esquiva con las respuestas porque evidentemente estaba incomoda y no quería ser descortés, pues claro es el jefe, me dijo: algo mal tienes, por eso no te casas…plop, claro que mi compañero de oficina se torció de risa junto con él, hay que celebrarle el chiste al jefe pues. Después las cosas iban a peor, tenía compañeros hombres, que llegaban tarde, no iban, no presentaban lo que se les pedía, pero el jefe, en las reuniones mensuales los felicitaba, y la única ves que yo tuve un error, se enojo tanto conmigo, que desde entonces hasta hoy no me habla, sin contar la mortificación que eso produce para mí, claro que yo creo que eso de tener panocha complica un poco más mi caso. Ahora, pensé que a estas alturas de la vida que el mundo iba a estar un poco más evolucionado con eso; ayer vi un scketch de comedia donde una mujer feminista era invitada a una oficina a explicar que era el mansplaining y el jefe la interrumpía y luego explicaba lo que ella estaba diciendo, para luego terminar diciéndole, preciosa gracias por venir a contarnos esto, retírate bella, ahora si vamos a lo serio; parece chiste, pero es algo que vivimos las mujeres todos los días. ¡Ay feminazi, ay llorona! A ver vive tu así, rodeada de injusticia y silenciada, a ver vive tu con miedo de caminar o de dar una opinión porque eres confrontancional, vive con el stress que vivimos las mujeres que queremos salir adelante, porque o eres lesbiana o eres puta, no hay más para nosotras, ¡carajo que colera! El abrazo chicas, fuerte fuerte, porque a pesar de todas esas cagadas, seguimos avanzando y si eres hombre, no seas como la manada, que no nos cree y nos minimiza.

¡feliz día de la lucha, feliz día de la fuerza, feliz día de la sororidad!

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miércoles, 10 de enero de 2024

 

 

 Enfermera humilde | Jose padre de jesus, Religión cristiana, Hermanas

 

78.- TIENES QUE SER HUMILDE

Vengo de un colegio católico, de monjitas muy creyentes; de esas que te dicen que ames y obedezcas, que calles y aceptes, esas cosas que antes estaban tan de moda para formar señoritas bien criadas y casaderas; grave problema para mí, porque desde chibola fui la delincuente de la mancha, entonces eso de estarle pidiendo a Diosito que nos enseñe a amar y a obedecer sin nunca cuestionar nunca fue lo mío. Pero me estoy yendo por la tangente, no es de la obediencia de lo que quiero conversar hoy, es de entre muchos de los valores que nos decían las monjitas que debíamos tener ( no voy a hablar de la virginidad con la que nos atemorizaron tanto, que la guarde hasta mis 30s, porque moría de miedo, otra historia que algún día contaré), nos pedían siempre ser humildes y la verdad entre todo lo que me rebelaba, no le veía un pero a eso, hasta le encontraba sentido, la verdad que yo nunca tuve grandezas de que ufanarme, siempre fui bien clase media, mis papás me mantenían bien, no tenía las cosas de moda, mi los discman, ni los mp3s que salieron de moda, ni las cámaras digitales; no, mis papás me mantenían y mi mamá me compraba lo que me hacía falta, así que andar así toda creída con algo nunca tuve y la verdad que aunque lo hubiera tenido nunca le encontré sentido. Recuerdo algo ahora, alguna ves mi padrino me regalo una radio, una bien sencillita la verdad, para poner su caset y escuchar su radio, pero como nunca había tenido algo así y el único que tenía en casa era mi papá, yo sentí que me habían regalado lo mejor del mundo, así como si hoy te regalaran un mercedes 0km, me recuerdo llegando al colegio y contándole a mis amigas -adolescentes cojudas, todas quiero adjuntar- y llegue yo pues, bien creída a contarles que me habían regalado una radio para poner su caset y que había podido grabar de la radio una canción de Alejandro Saenz y que era lo máximo y que… y claro pues la cara de todas y no falto la estúpida – recuerdo su nombre pero no lo pondré porque talvez lo lea la muy zorra, que no se entere que me afecto- ¿y? dijo la infeliz, todas tenemos una radio, pero para leer cd, eso ya paso de moda, que ridícula, lo que claro hizo que todas se rieran, pero como mi hermana me había dicho alguna vez, es mejor siempre reírte con ellos, que dejar que se rían de ti; así que me puse a reír como loca y como no se lo esperaban cambiaron el tema, pero yo me sentí bastante mal la verdad, recuerdo haberme llorado un poquito en el baño, pero después decirme a mi misma nunca más contar mis cosas, porque la gente era una lacra. 

                                                            

Y pues aquí me ven a mis 30s, sin contar nunca mis cosas, ni las buenas, menos las malas pues, es jodido ¿saben? Mi corazoncito se rompió un par de veces cuando les contaba a mi familia mis pequeños logros teatrales y me decían ¡ah, que bien! Pásame la sal, auchhhhhhhh, nadie saltaba ni me abrazaba como en las películas gringas, no manito, no más; dejé de contarles mis cosas también, solo cuando es inevitable les cuento, pero así como que son las 5 de la tarde o así como que esta lloviendo, nada transcendente ni nada especial, he llegado a la conclusión que mientras menos espero, menos posibilidades hay de que rompan mi corazón. Pero aquí quiero hacer una pausa importante, a esta edad que tengo, 38, puedo decir que he encontrado en mi vida, gente que me alegra el corazón, es increíble que en los lugares menos pensados encontré gente que me quiere y cuida tanto mi corazón, que me permite vivir en paz. Hace poquito nomás pensaba ¿quién me conoce de verdad?, solo dos personas, son de esas personas que me celebran hasta la más mínima victoria: ¿sabes qué? Si me acorde de comprar las pilas para el reloj – WUJUUU, ¿Sabes? Me vino la regla – EXITASO. Me pasó hace poquito y me quedé pensando, le conté a unos amigos muy queridos, que había empezado a estudiar una maestría, la que yo me estaba pagando y que cuando saque mi título iba a salir por las calles gritando que ya era magister, y me dijo: tienes que ser humilde ¿por qué? Por qué no puedo gritar al viento las cosas que consigo por mi merito, por mi esfuerzo, por mi trabajo ¿por qué? ¿Por qué estaría mal sentirme orgullosa de las cosas que yo consigo? ¿por qué esta mal? Nos han quemado tanto la cabeza que nos han hecho sentirnos avergonzados de decir las cosas que logramos, de esconder nuestros logros, de callarnos nuestra felicidad ¿por qué la gente que me quiere no estaría feliz de verme feliz, de verme crecer? Ahora yo tampoco estoy a favor de la gente que busca aprobación en todos lados, tengo un par de contactos en el Facebook, que ponen hasta cuando se les paso el estreñimineto, y la verdad que, si es una gran victoria eso, pero ¡vamos! ¿es algo que realmente todos necesitamos saber? Yo soy un poco más reservada con mis cosas, en general, antes me gustaba contarlo todo y tuve una conocida que me dijo: Todo lo cuentas y a nosotros ¡que nos importa!, quiero aclarar que cuando me lo dijo era mi amiga, ahora es una muy lejana conocida; en fin, de nuevo voy por otro camino, yo soy reservada para mis victorias, pero ahora tan cerca de los 40, tengo ganas de gritar todos mis logros, si señor ¿por qué no? Si me quieres te va a dar mucho gusto, si no, re vas a revolcar en tu bilis, pero eso me va a valer muchas hectáreas de pepino, me han pasado cosas tan bonitas, que no le pude contar a mis amigos porque me daba vergüenza, pucha que triste vida de tener que avergonzarte de las cosas lindas que te pasan, pero si me moría de vergüenza, de contar que había ganado un concurso de dramaturgia, que estaba estudiando una maestría, que me habían publicado en una pagina prestigiosa, me moría de vergüenza y no lo contaba, ¡cha! Que tonta, ya no ya, ahora lo quiero contar, no a todos claro, a la gente que quiero y que, de sobradas pruebas, que me quieren, a ellos que van a saltar de alegría cuando les cuente mis cosas -espero- a ellos si les quiero contar.  No creo que sea dejar de ser humilde, compartir con mi gente mi alegría, porque así como es importante tener un hombro donde llorar cuando hay pena, también hay que tener un abrazo cuando hay una alegría, y no me lo quiero volver a perder, no voy a dejar de ser humilde, porque siento que me falta muchísimo en el camino, pero si me voy a sentir orgullosa de lo que he conseguido, de lo que tengo, de lo que me merezco por mi trabajo, no voy a ser diferente a la que soy, no te voy a humillar por eso, quiero que seas feliz por mí, quiero que veas que yo pude y que de sobrada forma tu también vas a poder, quiero tener con quien compartir lo feliz que soy y que lloremos juntas por que vas a saber lo mucho que me a costado tener lo que hoy tengo. Pensaba también, si me pasara algo lindo ahora, ¿a quién sería la primera persona a la que llamaría para contar? Pucha que yuca, no lo sé, creo que voy a llorar un buen rato, y en esta dicha buscaré a la persona que se sienta tan feliz y orgullosa de mí, como yo lo este, creo que ya lo sé, ojala me conteste el teléfono, porque ¡nunca atiende!.