79.- EL DIFÍCIL DEPORTE DE SER MUJER
Siendo profundamente sincera nunca me había pesado tanto o se me había hecho tan claro esto cuando fui pequeña, en la universidad un poco y en el medio laboral terriblemente. De hecho cuando ingrese a la universidad, después de haber vivido en mi burbuja hermosa, del colegio de chicas en el que podíamos vestirnos y hablar como quisiéramos sin que nadie nos mire de manera morbosa; caí en cuenta de muchas cosas, nunca me gusto vestirme con ropa apretada ni peinarme bonito, porque me daba mucho miedo que me miren los hombres o que me pasaran mano en la calle – y a pesar de no hacerlo, un hombre una vez en la combi, estando yo con mi uniforme escolar, me agarro las piernas; y otro me agarro el trasero, pero esos son otros traumas- decidí vestirme siempre con chompas largas, ropa suelta, me daba un miedo que alguien me toque o que me pudiera pasar algo, ya saben había crecido escuchando eso de que ES TU CULPA POR ESTARLOS PROVOCANDO o el BIEN ECHO, QUIEN LA MANDO A ESTAR CON ESAS MINIFALDA A ESAS HORAS DE LA NOCHE, entonces moría de miedo de que me violen o me toquen, Dios santo, recuerdo claramente como una monjita del colegio nos dijo que si un día nos veíamos ya perdidas y que nos iban a atacar sexualmente era mejor que nos matemos, que Diosito nos iba a perdonar, entenderán entonces el miedo con el que vivía, porque yo quería vivir, entonces chompa cuello alto y muy larga para que no se me vea el cuerpo, porque no vaya a ser que provoque a un enfermo y este se sienta con el permiso de poderme tocar. Siempre he sido una afortunada, me he cruzado con las personas más chéveres en los mejores – o peores depende de como lo piense- momentos de mi vida, pues mis amigas de la U me empoderaron un poquito y me hicieron darme cuenta que efectivamente, yo no provocaba a nadie con lo que me ponía, yo podía ponerme lo que me de la gana y nadie tenía derecho de tocarme, ahora eso lo tenia claro yo, como hacíamos para que los hombres se enteren de eso también. Con eso también fue soltando un poco el miedo a los hombres con el que había crecido, gracias a todas las advertencias que nos daban las monjitas y demás cosas de mi cerebro. Poco a poco fui soltándome un poco y entrando en confianza en este nuevo mundo estudiantil y más me tarde en soltarme que en darme cuenta el mundo en el que vivía, si yo era amigable con una chica, chévere, armábamos mancha, si yo era amigable con un chico, este intentaba tener algo conmigo, entonces no lo era claramente; por lo que me volví en la machirula, la causa, la brother, la chusca, porque cuando no te dejas coquetear por ellos o no les aceptas el gileo, algo mal esta contigo y sino eres lesbiana, estas bien cerquita a eso. Bueno pues así transcurrí mi vida universitaria, intentando olvidarme de uno de los episodios de acoso más horribles que viví en mi vida.
Llegue a mi vida laboral con la mejor de las ondas, pensando que el mundo estaba cambiando y que el machismo no podía ser tan jodido como en las empresas del estado, donde las mujeres solo son las asistentes o las secretarias del jefe -sí, me lo hicieron, por eso no duré mucho- pensando tontamente que en el medio privado sería todo diferente, porque las amiguitas de los jefes de las oficinas estatales, esas que tienen la secundaria terminada, pueden tener tu puesto con maestría, colegiatura al día y el doctorado en proceso; pensé que sería diferente, vamos todas a una voz ¡que sonsa! Recuerdo el día que mi jefe entró a mi oficina a preguntarme por qué si estoy tan cerca de los 40 no me caso, que tengo de malo, que tanto pido, ¿por qué no te quieres casar? La oficina la compartía con un hombre de la misma edad que yo y claro que la pregunta era a mi solamente, y cuando fui esquiva con las respuestas porque evidentemente estaba incomoda y no quería ser descortés, pues claro es el jefe, me dijo: algo mal tienes, por eso no te casas…plop, claro que mi compañero de oficina se torció de risa junto con él, hay que celebrarle el chiste al jefe pues. Después las cosas iban a peor, tenía compañeros hombres, que llegaban tarde, no iban, no presentaban lo que se les pedía, pero el jefe, en las reuniones mensuales los felicitaba, y la única ves que yo tuve un error, se enojo tanto conmigo, que desde entonces hasta hoy no me habla, sin contar la mortificación que eso produce para mí, claro que yo creo que eso de tener panocha complica un poco más mi caso. Ahora, pensé que a estas alturas de la vida que el mundo iba a estar un poco más evolucionado con eso; ayer vi un scketch de comedia donde una mujer feminista era invitada a una oficina a explicar que era el mansplaining y el jefe la interrumpía y luego explicaba lo que ella estaba diciendo, para luego terminar diciéndole, preciosa gracias por venir a contarnos esto, retírate bella, ahora si vamos a lo serio; parece chiste, pero es algo que vivimos las mujeres todos los días. ¡Ay feminazi, ay llorona! A ver vive tu así, rodeada de injusticia y silenciada, a ver vive tu con miedo de caminar o de dar una opinión porque eres confrontancional, vive con el stress que vivimos las mujeres que queremos salir adelante, porque o eres lesbiana o eres puta, no hay más para nosotras, ¡carajo que colera! El abrazo chicas, fuerte fuerte, porque a pesar de todas esas cagadas, seguimos avanzando y si eres hombre, no seas como la manada, que no nos cree y nos minimiza.
¡feliz día de la lucha, feliz día de la fuerza, feliz día de la sororidad!