jueves, 6 de marzo de 2014

68.- La canción de mi vida.



La música es sin duda una herramienta maravillosa para muchas de las actividades diarias,  tiene la facilidad de cambiar nuestros estados de ánimo  de un extremo hacia el otro, en cuestión de 3 minutos: te puede llevar desde la histeria total con un rock pesado, hasta la más profunda sensación de paz y quietud con un bello bossa nova o una maravillosa pieza clásica. Sin embargo, la música no es simplemente eso: una herramienta, es mucho más, es parte esencial de nuestras vidas, muchos no se han percatado, pero probablemente pasan más del 60% de sus días escuchando por alguna u otra razón música; bien en la oficina, en el bus, en la casa, hasta en el celular cuando entra una llamada. Particularmente la música es parte importante de mi vida, sinceramente yo prefiero mil veces escuchar música que ver tv, además de que es menos demandante, pues puedes hacer un millón de cosas mientras la escuchas y sin siquiera percatarte pueden enmarcar momentos importantes de tu vida. Por ejemplo, precisamente ahora mientras escribo y suplico a la inspiración no abandonarme antes de concluir todas las líneas, al mismo tiempo que le ruego al sueño se siente a mirar tv un ratito más y no me jorobe todavía, he colocado mi playlist de “movidas y alegronas” para poder seguir el ritmo. Tengo una pequeña teoría, yo creo que viendo la música que una persona escucha, puedes saber quién es, ósea vendría a ser más o menos: DIME LO QUE OYES Y TE DIRÉ QUIÉN ERES. Pues claro uno se pinta de cuerpo entero en la música que escucha, si encuentras todas las versiones existentes en este planeta y en los más cercanos de A PURO DOLOR, sin duda estas cerca de un fan no solo de música romántica, sino del masoquismo. Ahora para ser, nuevamente, profundamente sincera, yo detesto con todas las fibras de mi ser a la música romántica, odio cuando me subo a un bus en el que tengo que soplarme un recorrido de una hora, y el conductor se pasa el camino completo tatareando la baladita más melosa del mundo, mucho peor es cuando estas en un lugar en el que la única radio que consigues captar es la que pasa las baladitas más románticas del milenio, no puedo sino irme arrancando lentamente uno a uno mis cabellos; sin embargo, y con una mano al pecho, no negare que dentro de mi playlist, tengo una lista de canciones, a las que tengo tituladas “corta venas”, estas solo son escuchadas en caso de emergencia: cuando tengo ganas de deprimirme hasta la medula de los huesos; en esas ocasiones en las que me siento profundamente triste, entonces no puedo sino acelerar el proceso y en lugar de ponerme alegres merengues o mambos, me meto lo más meloso de la música romántica en español, en inglés y en portugués, para terminarme de mandar a la M, y así poder terminar con el proceso. No soy para nada selecta en la música, puedo escuchar perfectamente una cumbia, pasar a un jazz, luego música latinoamericana, y terminar en un rock pesado; teniendo siempre en claro mis límites: nunca oigo nada que no pueda entender, por la cantidad de gritos que se emiten durante la pista, y tampoco música cuya profundidad de la letra pueda provocar una ola de suicidios en mis neuronas. Lastimosamente cuando una canción me gusta, me aferro a ella con tanta voracidad, que me pasa lo mismo que con toda seguridad le pasa a todos, la escucho un millón y medio de veces, pongo la opción de repetir sola esa canción para así escuchar dicha canción durante todo el día un darle siquiera un respiro al cantante para un vasito de agua: la paso al celular, la pongo en la computadora, me la bajo en un disco, la paso al mp3; en pocas palabras la tengo en todas partes, la escucho tantas pero tantas veces, que para terminar la semana, no la puedo oír más porque me resulta insoportable; es por eso que de hace un tiempo para aquí, canción que me gusta, la reviento una semana para luego borrarla de la memoria y esperar que la vida me la vuelva a poner en el camino y poder volverme a sentir tan feliz como la primera vez que la escuche. A todos los debe de haber pasado que cuando escuchan una canción se pueden transportar a muchos lugares, o recordar a algunas personas; no me dirán que “sopa de caracol” o “el baile del mono o del perrito”, no los hace retroceder hasta las épocas de los cumpleaños de sus papás cuando bailaban con los tíos y los compadres en la sala, o cuando escuchan a Yola o alguna de Nubeluz, no retroceden a los mejores años de sus épocas escolares, cuando en alguna actuación para el día de la madre o del padre, se tuvieron que aprender algunos pasitos para bailar en el patio del colegio. Por algún extraño motivo existen algunas canciones que no tienen nada que ver con los recuerdos a los que me hacen evocar, mas por alguna razón mientras sucedieron esos hechos que se quedaron grabados en tu memoria, estas “poco relacionables” canciones tuvieron la buena suerte de ser puestas por algún ochentero o setentero Djs con peinado retro y pantalón campana que se animaba a programar; por ejemplo a mí la canción: “chica de humo” de Emanuel, me hace recordar a mi mamá cocinando arroz con pollo ( en olla, claro antes de que se creara la olla arrocera),mientras yo pequeña intentaba aprender a escribir y dibujaba por las paredes de mi casa, tal vez lo recuerdo más, por la gritada que me dieron cuando vieron las paredes, bueno o malo, recuerdo al fin; sin embargo hay otras canciones que sin lugar a dudas marcaron época; no me negaran que cada vez que escuchan los pegajosísimos acordes del “el meneíto”, “ la macarena”,  el “asereje” y por favor no pasemos por alto la fiebre de la música AXE con sus coreografías complicadas, las que nos teníamos que aprender si o si porque casi contrario serías la única en la fila de gente que bailaba en el quinceañero que se quedaba parada, que estuvieron de toda moda en el 2000; ahora que tenemos más tiempo y menos interés, alguien gusta detenerse a escuchar la letra de estas…dicen algo?. Las letras de las canciones están inspiradas en vivencias de los compositores, o de alguna experiencia que escucharon y les dio la inspiración. En muchas canciones encontramos extractos de nuestras vivencias, casualidades con nuestra vida; ahora bien seamos profundamente no me podrán negar que son las cumbias y chichas en las que se encuentran narradas casi a detalle, casi con nombre y apellido, nuestras más profundas y deprimentes historias de amor y despecho. Como olvidarnos el memorabilísimo “Largate”, o del famoso “ A llorar a otra parte”, sin contar con las canciones de la faraona Marisol, aquellas que tienen a bien decir: “te doy 5 minutos para que saques tus chibas si no te saco la con…ciencia sucia”, o aquella de Tony Rosado que dice: “fuiste tú quien me enseñó a amar y hoy por tu traición aprendí a odiar, gracias a ti”; una espectacular receta para un despechado, un disco de mixes de Marisol y Tony Rosado, una caja de cervezas, el celular apagado y no hay dolor que no pase, pero hay otras cumbias que no solo hablan del despecho, pueden narrar a la perfección tus estados de vida, como aquella de “cantinero, llego el cervecero, sáquenme mis copas sírvanme mis tragos, que quiero beber y beber y beber hasta morir”, un himno; y que decir de los boleros cantineros, quien no ha cantado en algún momento de su vida esta popularísima canción que dice “déjenme vivir mi vida, yo no soy malo con nadie, si soy un borracho, si soy un perdido, si soy un bandido, yo vago en mi mundo y soy vagabuuuuundo”; hay otras canciones que te todas formas nos dan una incesante sed, además de los boleros cantineros, hay una que otra canción criolla que hacen dar una sed, fundamentalmente cuando se las escucha a medio día , con un cebichito al frente..uyyy no hay ser humano que se les pueda resistir. También hay otras canciones que escuchas y que deseas profundamente que algún día se conviertan en tu historia, como aquella de : “me gustas tú solo tú y nadie más, me gusta como caminas que pareces flotar”, o aquella de “quisiera ser el aire que respiras, quisiera ser el rizo de tu pelo, quisiera ser tu séptimo sentido, quisiera ser un voltio en tu bombillo”;  pasan la vida entera soñando que alguien se las cante y con toda certeza que se quedarán con las ganas de todas formas. En fin, hay millones de canciones que te tocan hasta la fibra más profunda de tu ser, a veces para mejorarte el ánimo, otras tantas para mandarte al mismo cuerno, pero no cabe duda que sin ella no se podría estar, inténtalo un día a ver cuanto duras…hablaosss